domingo, 19 de julio de 2009

Dibujo sin título


Me equivoco si les digo que sé como empieza esta historia. Quizás me equivoque…

En soledad, y a la sombra de un silencio incompleto, él tomo un lápiz y comenzó a dibujar un bosque. Sí, un bosque. Un bosque con un perro, árboles, aves que ni él conocía, un bosque con árboles grises y otros no tanto, un bosque de hierba colorida, que tenia como techo un cielo abierto lleno de luces galácticas.

Y sí, en medio de esa nada de silencio y soledad, él tampoco podía hacer algo mucho mejor. Se sumió en el mismísimo mundo de su dibujo y lo fue creando, coloreando, como si fuese una canción, con distintos timbres y aromas. Su imaginación fluía como un tsunami a tal punto que creyó que el perro del dibujo hablaba, y oyó las palabras en su mente. Algunas aves cantaban de forma armoniosa y otras gritaban como desesperadas. Los árboles se mecían con el viento, y de pronto un arroyo apareció para aportar algo de magia a la ilustración.

En determinado momento dejó de realizar su obra y se detuvo a contemplarla, deseoso de más ideas y preguntándose si de verdad hacían falta. Disfrutó su nueva creación porque en ella vió belleza, y se preguntaba que podría generar en quien la viera: ¿ellos también escucharían al perro? ¿Y a las aves? ¿Tenía sentido hacerse estas preguntas? ¿Contribuiría el dibujo a aplacar el vacío? Ninguna de estas preguntas en ese momento eran demasiado importantes, ni para él, ni para nadie.

El perro ladró para despertarlo de su mundo de pensamientos, el perro se sintió aburrido porque el bosque se había vuelto estático desde que él había dejado de dibujarlo. De algún modo él era el dios creador de ese mundo. No quiso ignorar la necesidad del perro de que el bosque no sea monótono. Borró algunos árboles y dibujó otros. En el arroyo había tantos peces que a algunos se los podía ver saltar. Como el perro no caza peces dibujó alimento balanceado y huesos con carne de vaca. Decidió que no todo debía pertenecer a ese hábitat por lo cual dibujo un par de tucanes y otras aves de colores alegres. Dibujo más perros y perras para que este perro se sintiera en familia. Ilustró humanos que paseaban por el bosque pero como lo ensuciaban todo decidió borrarlos.

En determinado momento decidió que no quería saturar su obra ni crear cosas innecesarias, así que se sentó a mirarla, a disfrutarla , a entretenerse con ella. Era realmente un mundo en movimiento en el cuál podía sumergirse por un largo rato, y podríamos decir que sí , que él ya no se sintió más solo en ese momento y que su mente ahora percibía sonidos y colores que lo dejaban inmerso en un nuevo mundo, un mundo que a él le gustaba.






por Fede

No hay comentarios: